Respirar hondo, abrazar a alguien, siempre ayuda, pero no soluciona.
Convérsalo, desahógate, cuéntale a tus amigos. Cuando tienes un problema atrapado en el pecho, se siente inmenso y terrible. Aplasta. Cuando lo cuentas, le das forma con tu boca. Tu voz, moldea los límites de tus inquetudes y es ahí cuando te das cuenta, que no era ni tan inmenso, ni tan terrible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario