Primero, la conversación intrascendente.
El flirteo, que puede ser sutil o descarado. Este fue más bien, descarado.
La calentura correspondida da paso a los mensajes de rigor, a la logística.
Luego, viene ese momento expectante, ay nos vamos a juntar, ay en volá se arrepiente.
Donde tú piensas en arrepentirte.
La sonrisa ansiosa ya se te nota y te transforma.
Estas ahí, esperando. Esperando
Ese momento incómodo en que aparece y no sabes donde mirar.
Llega, miradas nerviosas, las conversaciones triviales y apuradas.
Tratas de ponerte al corriente en minutos, por tanto, no dices mucho.
Hablas y esto no es tan terrible, te ríes, te relajas. Te acercas. Nos acercamos.
La ex-plo-sión de oxitocina. Te relajas, confías y eres feliz.
La oxitocina es como la hormona de la felicidad temporal.
En realidad no la estás cagando, estás feliz porque tienes tu oxitocina.
Y lo besas y abrazas, pero no eres tú, es la oxitocina, ja!
La sonrisa de la oxitocina es una sonrisa fácil y resbalosa, sale casi sola.
Esa noche te duermes, relajada y contenta.
La caña moral la dejas, para mañana.